Los capiteles que conforman “Bosque Románico” proceden de distintos puntos del monasterio: el claustro o la iglesia, entre otros. En ellos se aprecian dos corrientes escultóricas claramente diferenciadas, que reflejan distintas etapas y estilos dentro de la historia del edificio.
La primera de estas corrientes, de clara tradición borgoñona, puede datarse en torno al año 1160. A este grupo pertenecen los capiteles que fueron retirados del monasterio y trasladados al Museo Arqueológico Nacional, en Madrid. Su estudio revela una marcada influencia de la escultura borgoñona, caracterizada por una gran calidad técnica y un notable refinamiento formal. Los temas representados se centran en el ciclo pascual y se acompañan de inscripciones en escritura carolina, lo que refuerza su valor histórico y artístico. Estos capiteles corresponden, fundamentalmente, a los que se conservan en la iglesia, destacando el Cristo Triunfante y el Caballero Victorioso, vinculados a su vez con el maestro que trabajó en el friso de la iglesia de Santiago de Carrión de los Condes.
La segunda corriente escultórica se relaciona con la siguiente fase constructiva del monasterio, ya bajo la ocupación de la orden premonstratense. Esta etapa se sitúa a finales del siglo XII. Su estilo procede de los talleres que trabajaron directamente en el claustro del propio monasterio, con fuertes vínculos con otro cenobio premonstratense: el de Santa Cruz de Ribas de Campos. Entre sus rasgos más destacados se observa una técnica más tosca y la presencia de influencias procedentes del suroeste de Francia, aunque asimiladas con menor calidad. Estos capiteles muestran, además, una clara evolución del estilo románico hacia las formas del gótico.




