Maqueta de una aldea en tiempos del románico

Explicar la vida en una aldea en tiempos del románico se torna complicado, pues mucho nos separa de las gentes de aquella época. En esta maqueta se ha querido contar el ambiente que se vivía en torno a la construcción de un nuevo templo, pero también el día a día de una pequeña comunidad medieval donde observamos cómo eran sus hogares, sus trabajos o sus diversiones.

La decisión de construir una iglesia suponía un gran reto para toda la comunidad. El primer paso era conseguir el dinero. En muchos casos éste podría ser aportado por el propio pueblo, por un monasterio cercano o bien por alguna familia noble, ambos con intereses económicos en el territorio. Si se quería realizar una obra digna había que contratar un nutrido grupo de trabajadores, así como especialistas, cuyo renombre o prestigio hacían que la obra se encareciera.

Alrededor de la construcción se situaban todos los oficios que intervienen en la misma: canteros, escultores, caleros, tejeros, carpinteros, herreros, etc. El maestro de obras era el encargado de dirigir las obras y supervisar los trabajos. Todo el proyecto estaba en su cabeza, desde los cimientos hasta la cubierta, para conseguir que cada elemento encajara a la perfección. Por ejemplo, la portada requería de un ajuste muy preciso; por ello, aunque después se retocara, ésta se colocaba una vez que se estaba concluyendo el edificio, para que no sufriera daños durante la construcción.

La iglesia era la principal edificación en cualquier aldea. El templo no era sólo la “Casa de Dios”, era el centro de la comunidad pues en él se reunían el concejo, se recaudaban impuestos o se impartía justicia.