Iglesia de San Vicente de Becerril del Carpio
Madera de haya
Escuela Taller Santa María la Real (1980 – 90)
Construcción original del siglo XII
Ruta por el románico del río Pisuerga y el embalse de Aguilar de Campoo
La maqueta que contemplas representa la iglesia de San Vicente, en Becerril del Carpio, el templo de un antiguo monasterio medieval. En la actualidad solemos asociar el concepto monacal a grandes edificios religiosos, pero en tiempos del románico era frecuente la existencia de numerosos cenobios de pequeño formato, vinculados a familias protectoras o dependientes de monasterios mayores. Muchos desaparecieron y otros, como este caso, conservaron su iglesia, transformada después en ermita o parroquia.
Su imagen exterior conserva los vestigios de aquella antigua morfología, en la que cada detalle arquitectónico y decorativo parece contar relatos de tiempos pasados. Destaca el husillo, una estructura circular que alberga en su interior una escalera de caracol. Su presencia sugiere que antaño existió una gran torre ubicada en el centro del crucero, hoy desaparecida y sustituida por la actual espadaña, mucho más austera. El ábside semicircular, dividido en tres paños por contrafuertes rematados en columnas, presenta también tres ventanas. En ellas, los capiteles lucen decoración vegetal, salvo uno que representa un simio, motivo que vincula esta iglesia con la mejor escultura del románico pleno y con influencias claras de San Martín de Frómista. No olvides fijarte en el tímpano de la ventana central, adornado con un bello entrelazo.
Para acceder al interior se atraviesa una portada de medio punto, formada por dos arquivoltas y guardapolvos que descansan sobre sendos capiteles: uno tallado con un águila de alas desplegadas y otro con dos leones afrontados, siguiendo la tradición de los talleres montañeses que trabajaron en templos como Santa Eufemia de Cozuelos.
Ya dentro, el paso del tiempo y la falta de uso continuado se perciben en cada rincón. Sin embargo, este silencio ha permitido conservar la estructura original, donde pueden apreciarse las bóvedas de cañón apuntado y de cuarto de esfera en la nave y el ábside, respectivamente. Antiguas crónicas mencionan la existencia de pinturas románicas que alguna vez decoraron la cabecera, hoy desaparecidas.
Cronológicamente, el edificio se divide en dos fases: la primera, de la primera mitad del siglo XII, en la que se levantaron el ábside, la portada y las partes bajas de las naves; y la segunda, de mediados del siglo XIII, que completó el alzado y la cubierta.






